Toda la información sobre la infección vertebral
La anatomía de la infección vertebral varía entre adultos y niños. Los adultos, no tienen un disco intervertebral vascularizado (provisto de vasos sanguíneos), lo que reduce la probabilidad de que los gérmenes ingresen a través del torrente sanguíneo, disminuyendo así la incidencia de infecciones.
En los niños, los discos intervertebrales están cerca de los canales vasculares, lo que facilita la llegada y la implantación de gérmenes. Esto hace que la infección sea más común en esta etapa de la vida, pudiendo originarse a partir de otras áreas infectadas del cuerpo o por contaminación debido a agentes externos.
Las infecciones que afectan la columna suelen ser ocasionadas por microorganismos, principalmente bacterias como la estafilococos y ocasionalmente hongos. Estas infecciones generalmente tienen su origen en otras áreas del cuerpo como el tracto genitourinario, la piel o las vías respiratorias. A través de la diseminación hematógena (sangre), estos gérmenes pueden llegar a implantarse en las vértebras o discos intervertebrales.
Uno de los principales desencadenantes de estas infecciones en las vértebras o discos intervertebrales es postcirugía, tras realizar una cirugía abierta de la columna vertebral. En estos casos, los pacientes inmunodeprimidos (sistema inmunológico que funciona por debajo del índice de normalidad), diabéticos, con patologías crónicas, obesidad, fumadores, anémicos o malnutridos, y aquellos sometidos a cirugías prolongadas, tienen un mayor riesgo.
Estas infecciones pueden manifestarse en planos superficiales, provocando la apertura de la herida quirúrgica, o pueden llegar a infectar planos más profundos, afectando músculos, fascias, ligamentos vertebrales y discos intervertebrales.
Otras causas pueden incluir heridas cercanas a la columna vertebral o la penetración de cuerpos extraños contaminados hasta estas estructuras.
Los síntomas de la infección vertebral suelen manifestarse con dolor localizado en la espalda o la región afectada de la columna vertebral, acompañado de fiebre en casos agudos.
Si los gérmenes han llegado a través de otro órgano infectado, como la piel, el aparato genitourinario o las vías respiratorias, se añade a los síntomas generales signos de afectación en las vértebras. Cualquier cuadro infeccioso conlleva apatía y malestar general, junto con fiebre. No obstante, el síntoma primordial de la infección vertebral es el dolor focalizado en la zona afectada de la espalda.
Si la infección avanza en el cuerpo vertebral o en el disco intervertebral, se puede producir un debilitamiento mayor de éstos llegando a la necrosis y aplastamientos vertebrales.
La progresión de la infección hacia las capas que recubren la médula espinal o los nervios periféricos pueden ocasionar alteraciones neurológicas.
En el caso de una herida quirúrgica infectada, es común que sus bordes se abran y se produzca un manchado seroso y purulento a través de esa herida (suero y pus). Esta infección puede ir penetrando en planos profundos y cada vez afectar más estructuras perivertebrales con un incremento del dolor.
Diagnosticar estas patologías puede resultar desafiante cuando la infección se disemina a través de la sangre (diseminación hematógena), lo que puede generar retrasos en el diagnóstico y requerir un análisis diferencial con enfermedades inflamatorias, degenerativas o tumorales.
Para realizar el diagnóstico de los procesos de infección vertebral y la diferenciación con otras patologías suele requerirse:
- Análisis de sangre
- Estudios con radiografías
- TAC y RM
- Gammagrafía ósea
- Toma de muestra para cultivo mediante punción o directamente del lecho afectado, pudiendo incluir partes blandas y hueso infectado.
El enfoque del tratamiento para la infección vertebral depende de la gravedad y extensión de la infección, así como del tipo de microorganismo causante. Por lo general, se requiere el uso de antibióticos intravenosos específicos.
Si se realizan tomas de muestra de la zona infectada, es posible analizarlas y cultivarlas en el laboratorio y obtener el germen causante de la infección. De esta forma, el paciente tomará el antibiótico más eficaz para su tratamiento (antibiograma).
En algunos casos, es necesario recurrir a una cirugía de columna vertebral para la limpieza y desbridamiento (eliminación del tejido muerto, dañado o infectado para mejorar la salubridad del tejido restante) de todas las estructuras infectadas.
Si la infección progresa y se producen hundimientos y fracturas vertebrales, puede ser necesaria una extirpación más amplia del área infectada, seguida de una fijación estructural para evitar compresión de las vértebras, las raíces nerviosas o la médula espinal.
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La prevención de las infecciones vertebrales resulta fundamental para cuidar la salud de la columna vertebral. Adoptar medidas preventivas puede marcar una gran diferencia en la protección de la misma. Algunas pautas claves para lograrlo incluyen:
- Higiene y cuidado postoperatorio: desinfectar rigurosamente las heridas después de una cirugía espinal y seguir las indicaciones médicas es fundamental para prevenir infecciones.
- Control de enfermedades subyacentes: controlar y tratar condiciones médicas como las enfermedades autoinmunes o la diabetes es de suma importancia para reducir el riesgo de infecciones vertebrales.
- Promover hábitos de vida saludables: mantener un sistema inmunológico fuerte a través de una dieta equilibrada, ejercicio regular y descanso adecuado es clave para fortalecer las defensas del cuerpo.
- Educación y concienciación: estar informado acerca de los signos de infección y comprender la importancia de buscar atención médica inmediata ante cualquier síntoma preocupante resulta fundamental para prevenir complicaciones.
Adoptar estas medidas preventivas puede reducir significativamente el riesgo de padecer infecciones vertebrales, preservando así la salud de la columna vertebral. Es esencial recordar la importancia de buscar atención médica ante la aparición de síntomas para evitar que la condición empeore.
Existen múltiples factores que pueden aumentar la susceptibilidad a las infecciones vertebrales. Entre dichos factores, se incluyen:
- Cirugía espinal reciente: los procedimientos quirúrgicos en la columna pueden abrir una vía de entrada para las bacterias, aumentando el riesgo de infección.
- Sistema inmunológico débil: personas con sistemas inmunes comprometidos debido a enfermedades como VIH/SIDA, cáncer o diabetes tienen mayor riesgo de desarrollar infecciones.
- Traumatismos o lesiones: una lesión de columna puede facilitar la entrada de bacterias u otras patologías al tejido afectado.
- Abuso de drogas intravenosas: el uso de drogas por vía intravenosa puede aumentar el riesgo de infecciones vertebrales debido a la introducción directa de bacterias en el torrente sanguíneo.
- Edad avanzada: los adultos mayores suelen tener un mayor riesgo debido a la degeneración natural de los tejidos y la posible disminución de la inmunidad.
Abordar estos factores de riesgo y adoptar medidas preventivas puede reducir significativamente la probabilidad de contraer infecciones vertebrales.